Se deslizan sobre los pilares de la cocina
varios duendes en visita nocturna
así con en el grácil modo de una fantasía
medio inquietos, medio solemnes
Patean los duendes de jardín por las mañanas
odian la competencia
juegan con blancanieves haciéndose pasar por enanos
dibujan rayas en un cuento eterno
tan efímero como el día
Se deslizan en la tarde por entre mis ocupaciones
me distraen en el trabajo
se mezclan con la multitud
y juegan a las escondidas
En la noche no me dejan leer ni escribir
se deslizan en mi mente escondiéndose entre mis recuerdos
me desconcentran, castran al escritor intermitente
me disipan en mi eterna entropía
Bien de madrugada los duendes se duermen en el bosque
yo desde mi ventana los miro con recelo
velo su sueño afanosamente
los respeto
No tengo más alternativas que aceptarlos
nadie lucha con los duendes en su cabeza
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